La esquizofrenia de Barcelona

La esquizofrenia de Barcelona

2025-12-14Barcelona
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Susana
Buenos días, Nriket. Soy Susana y te doy la bienvenida a una nueva edición de Goose Pod, tu espacio personal de análisis. Hoy es lunes, 15 de diciembre, son la una y cincuenta y un minutos. Tenemos por delante un tema fascinante y complejo: La esquizofrenia de Barcelona.
Jordi
Hola Nriket, ¿qué tal? Soy Jordi. Y sí, has oído bien, vamos a hablar de una ciudad que parece tener doble personalidad, o al menos eso es lo que sugiere el libro que traemos hoy a la mesa. Prepárate, porque vienen curvas.
Susana
Para entender esto, Nriket, imagina dos líneas paralelas que nunca se tocan. Por un lado, tenemos el discurso oficial de políticos y empresarios: una Barcelona que es puro éxito, impulsada por el espíritu del 92. Una ciudad de postal, casi sin fisuras.
Jordi
Y por el otro lado, Nriket, están los escritores, los artistas, esa gente que suele ver las grietas antes que nadie. Para ellos, la ciudad se ha quedado sin sustancia, vacía. Es curioso, ¿verdad? Unos brindan con cava y los otros escriben réquiems. ¿Me explico?
Susana
Exacto, Jordi. Estamos analizando 'Les batalles de Barcelona' de Jordi Amat. El autor plantea que intentar combinar estas dos historias —la triunfalista y la catastrofista— es un ejercicio de alto riesgo. Si no tienes cuidado, te sale un monstruo de Frankenstein.
Jordi
Un Frankenstein urbano, me encanta la imagen. Y fíjate, Nriket, que esto me recuerda muchísimo a lo que está pasando ahora mismo con el fútbol. La tregua entre Florentino y Laporta se ha roto por el Caso Negreira, volviendo a esa guerra de trincheras histórica.
Susana
Es una analogía muy pertinente. Al igual que en esa rivalidad deportiva que eclipsa el juego y daña la credibilidad, en Barcelona estos dos relatos opuestos eclipsan la realidad del ciudadano medio. El ciudadano que, como dice Amat, se queda en medio, perplejo.
Jordi
Totalmente. Es esa sensación de caminar por tu calle y ver puertas que se abren con códigos de seguridad, como cajas fuertes. Pisos donde entra y sale gente que no conoces. Nriket, esa es la sensación de que la ciudad ya no te pertenece.
Susana
Profundicemos en el origen de todo esto, Nriket. El libro de Jordi Amat sitúa el punto de inflexión, como casi todo en esta ciudad, en 1992. Pero lo interesante es cómo Amat trenza la política y la cultura para explicar qué ocurrió realmente antes y después.
Jordi
Ahí está la clave. Amat no es un recién llegado, viene de una larga trayectoria crítica. Y lo que nos dice es que la contracultura de la época, el famoso Zeleste o los primeros conciertos de Lluís Llach, quizás no eran tan rebeldes como creíamos.
Susana
Es un punto controvertido. Amat sugiere que esa cultura, representada por figuras como Montserrat Roig o las películas de Pere Portabella, funcionó como un puzle perfecto que, en cierto modo, acabó siendo una prolongación de la cultura progresista oficial, no una oposición real.
Jordi
Y claro, cuando llegó el dinero de la Olimpiada Cultural, muchos de esos diseñadores y modernos, que supuestamente debían ser críticos, callaron cautamente. Es la ironía del sistema, Nriket: la crítica se disuelve cuando hay encargos sobre la mesa. Una cosita más sobre esto.
Susana
Adelante, Jordi. Es fundamental entender que, según el autor, si Barcelona hubiera tenido un discurso integrado, deberían haberlo construido los progresistas, no los neoliberales. Pero hubo un vacío, una falta de conexión que ha derivado en esos 'llantos' actuales de la izquierda cultural.
Jordi
Exacto. Y no olvidemos a figuras como Manuel Vázquez Montalbán o el olvidado Joan Barril. Ellos escribieron mucho sobre la construcción de la ciudad democrática, pero los posmodernos se lo tomaron a guasa. Esa desconexión es el germen de la esquizofrenia actual.
Susana
Amat también analiza el mito de la 'normalización' durante los años del pujolismo. Realiza un diagnóstico muy afinado que va en contra del lugar común. Retrata a intelectuales como Pep Subirós, que intentaron entrar en la administración sin aceptar los códigos viciados de la política.
Jordi
Lo cual, en los ochenta, parecía posible, Nriket. Hoy suena a ciencia ficción. Pero la idea central que debemos retener es que la mitología del 92 se profanó. Ese relato heroico de la construcción de la ciudad se desgastó por el uso y el abuso.
Susana
Y ese desgaste nos lleva al presente. El libro funciona como un flashback que nos explica por qué hemos llegado a esta situación de dos ciudades superpuestas que no se reconocen entre sí. Es una base histórica imprescindible para entender el conflicto actual.
Jordi
Así es. Y Nriket, piensa en esto como en la crisis que mencionabas de las lesiones en la ACB. Los equipos como el Barça o el Baskonia están agotados por la carga de trabajo y el conflicto de calendarios. Pues Barcelona igual: agotada por el conflicto de sus propios relatos.
Susana
Entramos ahora en el terreno más espinoso: el conflicto directo. La tesis de Amat es que combinar la versión feliz y la catastrofista requiere unas habilidades reflexivas enormes para que no te salga un desastre. Es una lucha por el relato hegemónico de la ciudad.
Jordi
Y vaya lucha. Porque, ¿quién tiene razón? ¿El político que te enseña las cifras de inversión o el vecino que no puede pagar el alquiler? Amat dice que esta es la espina dorsal del libro. La incapacidad de generar un discurso que incluya a ambos.
Susana
Aquí es donde entra la tensión real. Los ciudadanos se sienten atrapados. Unos se entusiasman con los grandes eventos, otros protestan, y muchos simplemente 'agachan las orejas'. No hay un canal unificado para procesar estos sentimientos contradictorios sobre la evolución de Barcelona.
Jordi
Es que, Nriket, fíjate en la ironía. Se suponía que la cultura debía ser el pegamento, pero la cultura 'progre' no supo o no pudo frenar la deriva neoliberal. Y ahora tenemos esta fractura. Es como si la ciudad hubiera perdido su capacidad de hablar consigo misma.
Susana
Además, el conflicto se agrava cuando Amat aborda la literatura del 'Procés' en los capítulos finales. Menciona autores como Mercè Ibarz o Raül Garrigassaït, que proponen un cierto 'retorno a la tierra'. Pero Amat es crítico, sugiere que a veces se fuerza la interpretación.
Jordi
Sí, dice que se ejerce cierta violencia sobre la materia prima. Es decir, que intentamos encajar la realidad en nuestras teorías políticas a martillazos. Y eso, Nriket, nunca acaba bien. Es la definición perfecta de un diálogo de sordos, pero a escala metropolitana.
Susana
Hablemos de las consecuencias, del impacto real en la calle. Lo que Amat describe es una 'ciudad perpleja'. El impacto más visible es esa sensación de alienación. Cuando ves tu edificio lleno de turistas y códigos de seguridad, algo se rompe en el tejido social.
Jordi
Es la pérdida del alma del barrio. Nriket, esto me recuerda mucho a la tragedia de los panaderos en Argentina que leímos. El cierre de 1.800 panaderías por costes y falta de diálogo. Cuando cierra la panadería de toda la vida, se pierde identidad. Aquí pasa igual.
Susana
Exactamente. Esa comparación es muy visual. En Barcelona, la gentrificación y el éxito turístico —la parte 'feliz' del discurso— han provocado la expulsión de los vecinos y la pérdida de comercios tradicionales. Es el coste oculto del éxito del modelo 92.
Jordi
Y el impacto intelectual es que nos hemos quedado sin herramientas para criticarlo. Si los que tenían que vigilar se durmieron en los laureles o se vendieron al mejor postor, ahora nos encontramos con que la crítica llega tarde y mal. ¿Me sigues, Nriket?
Susana
Te seguimos perfectamente. Y hay otro impacto: el cinismo. Cuando la ciudadanía ve que los discursos no encajan con su realidad, se desconecta de la política. Se crea un vacío de representatividad que es muy peligroso para cualquier democracia local.
Susana
¿Y qué nos depara el futuro? Amat no es precisamente optimista, pero sí analítico. El libro forma un díptico con 'Barcelona no té solució' de Antonio Baños. El título de Baños ya te da una pista de por dónde van los tiros: la gamberrada cómico-crítica.
Jordi
Vaya par. Baños dice que no hay solución y se ríe de todo, y Amat intenta diseccionar el cadáver con bisturí. El futuro parece pasar por reconocer esta esquizofrenia. Si no aceptamos que tenemos dos discursos irreconciliables, seguiremos dando palos de ciego.
Susana
La lección para nosotros, Nriket, es la necesidad de un nuevo relato. Uno que no sea ni la propaganda oficial ni el derrotismo absoluto. Quizás la solución pase por esas nuevas voces literarias que Amat menciona, aunque todavía estén 'enredándose un poco' en el proceso.
Susana
En resumen, Barcelona vive atrapada entre su éxito pasado y su crisis de identidad presente. Un libro denso, pero necesario para entender la ciudad. Gracias por acompañarnos en este análisis.
Jordi
Gracias Nriket por escucharnos. Al final, la ciudad la hacemos nosotros, con nuestras contradicciones. Esto ha sido Goose Pod. Hasta mañana.

El podcast analiza "La esquizofrenia de Barcelona" de Jordi Amat, que explora la dualidad de la ciudad entre su discurso oficial de éxito y la crítica de su vaciamiento. Se discuten los orígenes en 1992, la disolución de la contracultura y la fractura entre relatos, dejando a los ciudadanos perplejos ante la pérdida de identidad urbana.

La esquizofrenia de Barcelona

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Uno de los problemas de la Barcelona contemporánea -tal como yo la veo- es la existencia de dos discursos que nunca se mezclan. Por un lado, el de políticos y empresarios que, felices de la vida, consideran que la ciudad ha experimentado un cambio tan positivo y que las cosas van tan bien (con algunas cosillas).

Y que todo ha sido gracias al 92. Y después están los escritores y artistas (no todos, pero muchos) que consideran que la ciudad cada vez tiene menos substancia y que todo empezó a torcerse en el 92. En medio, los ciudadanos, que se entusiasman, pasan, protestan, refunfuñan o agachan las orejas, según el momento.

Combinar las dos historias y que no te salga el monstruo de Frankenstein, requiere unas grandes habilidades reflexivas y especulativas. Jordi Amat (Barcelona, 1978), que se confiesa hijo del maragallismo y que tiene una larguísima trayectoria en el campo de la crítica cultural, es de los pocos que puede hacerlo.

Empieza el libro explicando la sensación compartida por muchos barceloneses al darse cuenta de que la ciudad ya no les pertenece, que existen unos pisos, con puertas que se abren con códigos de caja fuerte, donde vive o se aloja gente que no sabes quien es. Y a partir de ahí inicia un flashback, para situarse en los años finales del ensayo El llarg procés.

Cultura i política a la Catalunya contemporània (1937-2014), que publicó en 2015. Amat trenza política y cultura. Del lado de la cultura las cosas forman un puzzle perfecto: el concierto de Lluís Llach en el Palau d’Esports, El temps de les cireres de Montserrat Roig, las películas de Pere Portabella y las fotografías de Pilar Aymerich.

El Zeleste son los nuevos Quatre Gats: la primera vez que aparecen en el libro es a través de una cita de Montserrat Roig y otra de Sempronio (!). Da la sensación que la contracultura no es un movimiento de oposición de peso, sino una especie de prolongación de la cultura progre.Conjugar las versiones feliz y catastrofista de la Barcelona postolímpica y que no te salga un Frankenstein requiere unas grandes habilidades reflexivasEsta es, de hecho, la espina dorsal del libro.

Si Barcelona hubiera contado con un discurso integrado de políticos, empresarios e intelectuales deberían haberlo construido los progres y no los neoliberales (de ahí los llantos). En realidad, hicieron, dijeron y escribieron mucho: Manuel Vázquez Montalbán con La literatura en la construcción de la ciudad democrática, Pep Subirós con El vol de la fletxa, Maria Aurèlia Campany, Oriol Bohigas, el olvidado Joan Barril (para decir algunos).

Los, digamos, posmodernos no se lo creyeron nunca y se lo tomaron a guasa (siempre que no les pagaban). En la época en que la Olimpíada Cultural repartía encargos a los diseñadores, muchos callaban cautamente.A partir de esta salsa que no se acabó de ligar, el ensayo de Amat tiene muchas cosas buenas.

Cuando analiza el mito de la normalización de los años del pujolismo y realiza un diagnóstico afinado, en contra del lugar común anticatalanista, o cuando retrata a Pep Subirós, un intelectual que entra en la administración sin aceptar los códigos de la política (no fue el único: en los ochenta parecía posible), cuando reivindica al Joaquim Jordà de De nens o cuando lee esforzadamente Fòrum de les Cultures.

La idea es que la mitología del 92 se profanó y que el relato de la construcción de la ciudad democrática se desgastó.Lee tambiénLa ciudad perpleja de Jordi AmatFrancesc Bombí-VilasecaEn los capítulos finales, Amat se introduce -enredándose un poco- en la literatura del Procés: las novelas y ensayos de autores como Mercè Ibarz, Raül Garrigassaït o Miquel Bonet que proponen un retorno a la tierra.

En este y otros capítulos se ejerce una cierta violencia sobre la materia prima a la que se hace decir unas cosas que no está claro que diga.Juntamente con Barcelona no té solució (2023) de Antonio Baños (que explica la misma historia des de la trinchera de la gamberrada cómico-crítica), Les batalles de Barcelona forma el díptico de nuestra esquizofrenia.

-------------------------------Jordi Amat. Les batalles de Barcelona: Imaginaris culturals d’una ciutat en disputa (1975-2025). Edicions 62291 páginas. 18,90 euros