Por qué Rusia ha llegado a la mesa

Por qué Rusia ha llegado a la mesa

2025-12-07Business
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Clara
Buenos días, ferryvive. Soy Clara y esto es Goose Pod, tu podcast personal. Hoy es lunes, 8 de diciembre. Estamos aquí para analizar un tema crucial: por qué Rusia parece estar dispuesta a negociar.
Dani
¡Qué pasa, pachacho! Aquí Dani, listo para darle caña. O sea, ¿que el oso ruso de repente quiere hacer las paces? ¡Esto hay que desmenuzarlo a tope! A ver qué se cuece en el Kremlin.
Clara
Vayamos a los hechos. La economía rusa se está contrayendo de forma alarmante. El déficit presupuestario para finales de 2025 se acerca a los 6 billones de rublos. Para cubrir este agujero, están recurriendo a una emisión monetaria encubierta, básicamente, imprimiendo dinero de forma indirecta.
Dani
¡Ojo! ¿Imprimiendo billetes como si no hubiera un mañana? Eso suena a que la cosa está más tiesa que la mojama. Es como pagar la tarjeta de crédito con otra tarjeta, ¿no? Una bola de nieve que se hace gigante. ¡Menudo lío!
Clara
Exacto. Y las sanciones los han aislado de los mercados de capital internacionales. Permíteme que insista en este dato: China, su supuesto gran aliado, no está dispuesta a darles acceso a su mercado financiero. Incluso abandonaron la idea de emitir bonos en yuanes. Están solos.
Dani
¡Toma ya! O sea que su "mejor amigo" le da la espalda. China les compra el petróleo con un descuento que flipas, ahorrándose 20.000 millones de dólares desde 2022, y encima les sube el precio de los productos que les venden. ¡Eso no es un amigo, es un socio muy listo!
Clara
Estos son los datos. Los ingresos del petróleo ruso cayeron un 35% interanual en noviembre de 2025. El crudo de los Urales se vende con descuentos enormes, a veces 20 dólares por debajo del Brent. India también está reduciendo sus importaciones drásticamente debido a las sanciones.
Dani
¡Esto está guapísimo! Es como si intentas vender tu móvil viejo y no solo te ofrecen cuatro duros, sino que encima el comprador te dice que le invites a cenar por el favor que te hace. La cosa pinta fatal para la cartera de Putin.
Clara
La situación es crítica. Incluso su empresa más grande, Ferrocarriles Rusos, acumula una deuda de 4 billones de rublos. Están considerando subir las tarifas de transporte, pedir subsidios y hasta usar el Fondo de Bienestar Nacional. Es una espiral de deuda y desesperación económica.
Dani
Un momento, ¿hasta los trenes están en números rojos? ¡Pero si es un país gigantesco! Es como si una panadería se queda sin harina. Si lo más básico empieza a fallar, es que el chiringuito entero se tambalea. ¡Qué locura, colega!
Clara
Para entender cómo hemos llegado aquí, hay que retroceder. Las sanciones no son nuevas, comenzaron en 2014 con la anexión de Crimea. Pero lo que vimos a partir de febrero de 2022 fue una escalada sin precedentes, una auténtica guerra económica por parte de Occidente.
Dani
Claro, aquello fue como la primera piedra. Pero lo de 2022 fue a lo bestia, ¿no? Como pasar de una colleja a un gancho de derechas. De repente, ¡pum! Les cortaron el grifo de todo. ¿Qué fue lo primero que les cerraron?
Clara
Inmediatamente después de la invasión, se congelaron unos 300.000 millones de dólares de las reservas del Banco Central ruso en el extranjero. Además, se expulsó a varios bancos rusos del sistema SWIFT, lo que dificulta enormemente las transacciones internacionales. Fue un golpe directo al corazón financiero.
Dani
¡Pachacho, eso es un dineral! Es como si te congelan la cuenta del banco y además te rompen la tarjeta de crédito. Te quedas a dos velas y sin poder pagar ni un chicle. Ahí ya debieron ver que la cosa iba en serio, ¿no?
Clara
Desde luego. Luego vino el embargo al carbón de la Unión Europea. Rusia perdió su principal mercado y tuvo que desviar sus exportaciones a Asia, asumiendo costes de flete mucho más altos. Los precios cayeron tanto que ya no cubrían los costes de producción y envío.
Dani
O sea, que les costaba más el collar que el perro. ¿Y qué me dices de los diamantes? Siempre he oído que los diamantes rusos eran lo más, ¿también les han dado un palo ahí? ¡Con lo que molan las joyas!
Clara
Por supuesto. El G7 prohibió las importaciones directas de diamantes rusos. Y lo más importante: se creó una certificación mundial para evitar que las piedras rusas, ahora consideradas "diamantes de sangre", se mezclen en centros de tallado como Amberes o Surat en la India. Un golpe a su reputación y a su bolsillo.
Dani
¡Guau! Les han puesto una etiqueta de "malo" a sus diamantes. Ahora entiendo por qué están buscando la paz. Si no puedes vender ni carbón, ni diamantes, ni petróleo a buen precio, ¿de qué vives? ¡Están más apretados que los tornillos de un submarino!
Clara
Y el golpe de gracia ha sido el sector del petróleo y el gas. La UE, que era su mayor cliente, ha reducido drásticamente su dependencia. Esto obligó a Rusia a vender su crudo a China e India con descuentos masivos, perdiendo miles de millones en ingresos.
Dani
Vamos, que su estrategia de "os cortamos el gas y os morís de frío" les ha salido al revés. Ahora son ellos los que se están congelando, pero de falta de pasta. ¡Menudo tiro por la culata, colega! El karma es muy juguetón.
Clara
Efectivamente. La combinación de todos estos factores ha creado una tormenta perfecta. Han tenido que liquidar sus reservas de yuanes y, más significativamente, vender una gran parte de sus reservas de oro para poder financiar la guerra y estabilizar el rublo. Están quemando sus activos más preciados.
Clara
El conflicto de fondo es una lucha de visiones. Putin busca un orden mundial "post-occidental". Cree que el dominio de Estados Unidos ha terminado y quiere desmantelar el orden que surgió tras la Guerra Fría, aliándose con China, Irán y Corea del Norte.
Dani
¡El "eje de la agitación"! Suena a nombre de banda de rock de los 80. Pero, a ver, ¿realmente creen que pueden cambiar el mundo entero? Es como si cuatro amigos en un garaje deciden que van a dominar la industria musical. ¡Mucha ambición veo yo ahí!
Clara
No hay que subestimarlo. Cuentan con el respaldo económico y tecnológico de China, y el apoyo militar de Irán y Corea del Norte. Mientras tanto, Occidente ha intentado aislar a Rusia. Sin embargo, Putin ha aumentado su influencia en el llamado "Sur Global", presentándose como un líder antiimperialista.
Dani
Ya, la típica de "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Se aprovechan del resquemor que muchos países le tienen a Estados Unidos. Es una jugada de ajedrez muy bestia, pero la pregunta es, ¿la gente en Rusia se cree todo este rollo?
Clara
Ahí está la clave del descontento interno. El Kremlin vende esta narrativa de guerra contra la OTAN, pero el ciudadano de a pie lo que ve son precios por las nubes, escasez de productos básicos y colas que recuerdan a la era soviética. La legitimidad del gobierno se resiente.
Dani
¡Claro! Una cosa es la geopolítica y otra es no tener gasolina o que las patatas cuesten un riñón. Al final, la gente quiere vivir bien. Y si ven que su vida empeora por una guerra, por mucho que te cuenten, la paciencia se acaba.
Clara
Exacto. Y esto genera un debate dentro de las potencias occidentales sobre la política de sanciones. Algunos creen que hay que apretar más, mientras que otros temen que un colapso total de Rusia pueda ser aún más peligroso. Hay diferentes propuestas de paz sobre la mesa, con matices importantes.
Dani
O sea, que ni los "buenos" se ponen de acuerdo. Unos dicen "¡más caña!" y otros "¡cuidado, no la liemos más!". Mientras tanto, en Ucrania la gente sigue sufriendo. ¡Vaya panorama, colega! Es un lío monumental.
Clara
El impacto global es evidente. La guerra ha reconfigurado alianzas. Rusia se ha convertido, en cierto modo, en un socio menor de China, dependiente de su apoyo para mantener su economía a flote. Su estatus como superpotencia energética está en entredicho.
Dani
¡Toma ya! De ser el matón del barrio energético a ser el colega que le pide dinero a su vecino más grande. ¡Cómo cambian las cosas! Y para el resto del mundo, ¿qué significa esto? ¿Más inestabilidad y precios locos?
Clara
Sí, ha generado volatilidad en los mercados de energía y alimentos, afectando a todo el planeta. Pero el impacto más profundo es interno, en la propia Rusia. La economía de guerra está distorsionando todo. Hay un crecimiento robusto en el sector militar, pero a costa de asfixiar al resto de la industria.
Dani
Es como si un tío se gasta todo el sueldo en el gimnasio y en batidos de proteínas. Estará cachas, pero no tiene ni para pagar el alquiler. Una economía basada solo en fabricar armas no parece muy sostenible, ¿no? ¿Y la gente normal?
Clara
La gente normal sufre una inflación que, según estimaciones no oficiales, duplica las cifras del gobierno. Los tipos de interés para préstamos personales son prohibitivos, llegando casi al 28%. El acceso a bienes de consumo occidentales es un recuerdo y la calidad de vida ha caído en picado.
Dani
¡Casi un 30% por un préstamo! ¡Qué barbaridad! Con razón la gente está hasta el gorro. Ya no basta con tener pan y vodka, como se decía antes. La gente ha visto cómo se vive fuera y ahora ven que van para atrás como los cangrejos.
Clara
De cara al futuro, el escenario es incierto. Hay negociaciones de paz en marcha, pero son complejas. Mucho dependerá de la postura de la nueva administración estadounidense y de si la unidad europea se mantiene firme. Rusia necesita una salida, pero no aceptará cualquier acuerdo.
Dani
Claro, Putin tiene que venderlo como una victoria en casa, después de tantas muertes. Pero con la economía haciendo aguas, tampoco puede hacerse el duro eternamente. Están entre la espada y la pared. ¡Qué final de partida nos espera!
Clara
La clave será ver si la presión económica es suficiente para forzar concesiones reales o si, por el contrario, logran adaptar su economía a un estado de guerra permanente. La transición de su sector energético, alejándose de Europa, será fundamental para su viabilidad a largo plazo.
Clara
En resumen, la conclusión es clara: una economía al límite, con sus industrias clave sancionadas y sus reservas mermadas, es la razón principal por la que Rusia ha vuelto a la mesa de negociación.
Dani
Y eso es todo por hoy. ¡Gracias por escuchar Goose Pod, ferryvive! ¡Nos oímos mañana con más salseo internacional a tope! ¡No te lo pierdas, pachacho!

Rusia busca negociar debido a una economía en crisis: déficit presupuestario, aislamiento financiero y caída en ingresos de petróleo y gas. Las sanciones occidentales han mermado sus reservas y forzado a vender activos. La presión interna por la escasez y la inflación también influye.

Why Russia has come to the table

Read original at News Source

Moscow is burning through its reserves and staring into a deep domestic abyss. Everyone in Putin’s Russia — from the poorest pensioner to the wealthiest oligarch — is feeling the strain. That's why the Kremlin is looking for an exit. Russia’s economy is imploding. Largely due to sanctions caused by the Ukraine War, this year the Economics Ministry posted a record mid-year budget deficit of 3.

7 trillion roubles ($45.8 billion) and the Central Bank expects the full-year deficit to reach $55 billion, or 2 per cent of GDP. This is almost certainly the reason peace proposals with Ukraine have surfaced again. Firstly, its coal industry has been pushed to the brink of collapse. Russia exported 22.

6 per cent of its coal by rail to the EU in 2021, but lost that market due to trade embargoes after the Ukraine invasion, and was forced to redirect shipments to Asia by sea, with higher freight charges. Buyers have leveraged the disruption to negotiate lower rates, and prices have dropped further to $70 per tonne, which no longer covers production and shipping costs.

Russia’s overseas customers have ramped up their own production, particularly in China, India and Indonesia, but tracking the development of alternative energy forms, world coal consumption has slowed, which sent international prices plunging from $400 per tonne in late 2022 to around $100 per tonne by May 2025.

Domestically, the sector employs 150,000 people with several regions still dependent on the raw material for domestic heating, power generation and steel production. In 2024, Russia’s Energy Ministry reported the sector required central government support of $1.4 billion, with an estimated minimum of $3.

7 billion needed by the end of 2025. However, none of this financial outflow addresses more fundamental issues like global market competition or the transition to renewable energy. According to the assessments made by the ministry’s own economists, the real challenge lies in swiftly finding a new economic role for the country’s coal-producing regions and weaning the Motherland off coal.

Then, there is the diamond industry. The Russian Federation is the world’s largest producer of diamonds. Most stones originate in Siberia, are known for their quality, and considered among the best in the world. However, since the 2022 G7 ban on direct imports of Russian-origin material, both natural and synthetic, and restrictions put on third-country cutting and processing of stones over 0.

5 carats mined in the Federation from 2024, the situation has changed. With these sanctions taking effect, and with the market supported by lesser producers such as Botswana and Angola, analysts have estimated a 28.6 per cent monetary decline in uncut Russian diamond exports to $2.62 billion. International prices have shrunk, with a 24 per cent decrease in the average price of raw Russian brilliants, especially to Antwerp, the global hub for the cutting and polishing of stones into gems.

New worldwide certification, giving each non-Russian diamond shipment a number, now accompanies the gems along their production chain, to prevent them from being assimilated with Russian stones (currently labelled as blood diamonds) in a trading hub like Dubai or a polishing centre like the Indian city of Surat.

The financial implications to Putin are substantial, and with an inability to find alternative markets, losses have reached billions of dollars. Traditionally, the Kremlin has leant heavily on oil and gas exports to generate cash; in 2024, earnings from these exports contributed around 30 per cent of total federal budget revenue.

However, from an average price listing of $71.10 per barrel of Urals crude in November 2022, due to sanctions on Rosneft and Lukoil, reliance on its aging and inefficient ‘shadow tanker’ shipping fleet, and a G7-imposed price cap, after three years, traders report the price of Russian oil has slid to $36.

61 per barrel, with other OPEC producers replacing the Urals output. As key export buyers, notably China and India, were threatening to search elsewhere for suppliers, by November 2025 Russian sellers had been obliged to discount their black stuff to an average of $23.52 a barrel. Thus, the Kremlin has turned to selling assets it cannot replace.

In 2025, Putin liquidated $30 billion worth of Chinese yuan and announced he would release another $15 billion in 2026, serving the broader goal of injecting foreign currency into the domestic market to stabilise the rouble and settle his military accounts. Most significantly, on 19 November it was announced that Putin had directed a huge proportion of Russia’s gold reserves to be sold off.

The Kremlin has been slowly releasing gold bullion over the last three years. Sales to date have accounted for 57 percent of the 405.7 tonnes initially held by Russia’s Central Bank at the beginning of 2022, just before the full-scale invasion of Ukraine began. Since then, Putin’s Finance Ministry has liquidated 232.

6 tonnes of that stash to shore up state expenditure. By 1 November 2025, the National Wealth Fund’s gold holdings had plummeted to 173.1 tonnes, although the prices realised (currently the rouble equivalent of $4,130 per ounce), have been the highest ever. Gold has leapt from its pre-invasion high of $1,900 /ounce in February 2022, in an unprecedented war-induced rise, which puts former British Chancellor of the Exchequer Gordon Brown’s ill-advised 1999-2002 sale of 395 tonnes of UK gold, at an average price of $275 /ounce, into tragic perspective.

Admittedly, Putin’s deals have been made in the knowledge that there are other sources of gold stacked in Russian vaults not part of the NWF, currently around 2,300 tonnes in total, the fifth-largest stockpile in the world. Yet the fire sales underline how heavily the Kremlin is leaning on its bullion buffers to keep the boss’ military endeavours going.

Additionally, as one of the world’s most significant gold producers, ranking second only behind China, the Russian Federation mines a further 300-330 tonnes of gold annually, a substantial portion of global supply, but due to post-invasion sanctions, much of this is sold to China at far lower rates, or evasively traded through Dubai and Armenia, again heavily discounted.

Overall, Russian exports are clearly catastrophic, but the federation’s domestic finances are in an equally parlous state. The state statistics service, Rosstat, reported that one-year bank lending rates increased to 19.01 per cent in September 2025 for commercial loans and 27.85 per cent for personal arrangements.

Consumer prices rose 0.5 per cent in October 2025, bringing annual inflation to 7.7 per cent. However, most households believe prices are rising far faster than official figures suggest, with estimates of inflation over the past 12 months at around 14.5 per cent and expectations for the year ahead of 13.

3. With many civilian trucks commandeered to support the army in Ukraine and national distribution systems beginning to fail, some consumer staples, including potatoes, now being imported, are in short supply, with queues reminiscent of the Soviet era forming in cities just to buy essentials. Price caps are being considered for vegetables, poultry and dairy products.

Due to Ukraine’s successful targeting of petroleum infrastructure, gasoline for domestic use is either unobtainable or strictly rationed. These statistics touch everyone in Putin’s Russia, from the poorest pensioner to the wealthiest oligarch. Today’s kings of the Kremlin are finding that keeping the population supplied with vodka and bread is no longer sufficient.

However much Moscow tries to control it, the internet and social media have given all Russians a glimpse of the consumer goods and better living available in the West. No one is happy, and many correctly perceive their current hard living is the direct result of the war in Ukraine and the world’s response to it.

It should come as no surprise, therefore, that with Russia fast running out of funds and staring into a deep domestic abyss, possibly of 1917 proportions, peace proposals to end the Ukrainian adventure have materialised in Washington DC.

Analysis

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